El entrenador asistente: Diego Ocampo: “Soy un privilegiado”

 

Mariano Galindo/ Dpto. Comunicación AEEB

 

Diego Ocampo (Ourense, 1976) está preocupado. Nos atiende vía telefónica a media mañana de un jueves de previa, de previa a otra jornada más de la Liga ACB donde él espera ansiosamente que el equipo, el Cajasol, cambie el rumbo que hasta la fecha de la entrevista tiene tomado. Con un balance de 0-3, lo más inquietante para el cuadro sevillano dirigido por Aito Reneses y donde el propio Ocampo desempeña labores de entrenador asistente, son los resultados abultados encajados. Esa realidad trae de cabeza al cuerpo técnico, sabedor que todo acaba de empezar, dentro de un equipo muy nuevo.

No arrancamos y hay preocupación, pero cualquier excusa que pongamos no va con nosotros. No nos sirven”, cuenta Ocampo para la AEEB. Sin embargo, pronto acudimos al motivo de la llamada, que no es otro que nos cuente sus quehaceres como asistente, más allá de los resultados del equipo. Con la intención de que se olvide un poco de las sombras iniciales que le preocupan, iniciamos una pequeña charla con uno de los técnicos asistentes de referencia en el baloncesto español.

Siempre tengo trabajo extra. Creo que mi labor se ajusta mucho a lo que dice mi propio cargo, esto es, entrenador ayudante, dispuesto a colaborar en todo lo que se me pida”.

A Ocampo le preguntamos si una reflexión que nos hizo hace poco un preparador, referente a que el ayudante en España en ocasiones está demasiado supeditado a las directrices del entrenador jefe, puede trasladarse a su caso, a su trayectoria. “Para nada, no al menos conmigo. No sé el resto, pero sí te puedo decir que he estado al lado de Salva Maldonado, Pedro Martínez, Joan Plaza y ahora Aito y nunca me he sentido así. Yo formo parte de un trabajo en equipo donde la comunicación es esencial. Preparo los contenidos del entrenamiento y estoy al quite de cualquier faceta que pueda servir para mejorar el rendimiento, además de las labores de trabajo individual. Fuera de las pistas, labores de vídeos, esas cosas”.

Todavía joven pero con una buena carrera a sus espaldas que incluye veranos con la FEB, donde ha desempeñado en las categorías de formación incluso el cargo de seleccionador (este verano, sin ir más lejos, lo fue de la U16 Masculina, con la que se proclamó campeón de Europa en 2009), este gallego no tiene prisa por quemar etapas. “Soy un privilegiado, de verdad. Ahora mismo no me planteo ser entrenador jefe de un club, porque me siento plenamente realizado con mi puesto…es que ni se me pasa por la cabeza. A día de hoy, todas mis ambiciones están cubiertas y me esfuerzo en aprender, en disfrutar. Me queda un largo camino todavía como asistente. Luego en los veranos tengo el premio de entrenar a niños, pues genial”.

Pero, obviamente, que Ocampo no tenga prisa no supone que carezca de ambición, de ansias de crecer. “Claro que todo profesional quiere llegar lo más lejos en lo suyo. Pero ser entrenador jefe no depende de mí, no tengo que ser yo el que diga si estoy o no preparado, no es algo que pueda controlar”.

 

De la mano de Maldonado

Empecé poco a poco. Como jugador, cuando era muy joven, algunos entrenadores me dejaban hacer ciertas cosas en la dirección de los equipos. Y vi viendo así que esto era lo mío. El momento clave llegó con Salva Maldonado. En el año 2000, yo ya era asistente del Ourense de EBA, que tenía al primer equipo en LEB, recién descendido. De aquel plantel se hizo cargo entonces Salva Maldonado, que me dijo que subiese con él. Y así estuve, de asistente en el EBA y en el LEB. Fue la temporada en que el Alicante nos ganó en el ascenso con aquel equipazo, incluido Prigioni”. Nos acordamos.

Unos meses frenéticos para un chaval de la tierra que sin darse cuenta, vivía y cumplía un sueño. “Me vino todo de sopetón, porque de repente podía estar entrenando el máximo de horas posibles, que era lo que yo deseaba, más allá de ganar o no dinero”.

Con Maldonado siguió el camino, cuando el técnico se lo llevó a Tarragona. “Aquello me vino de maravilla, porque supuso salir de mi entorno, y fue un cambio importante para mi crecimiento”.

Tras ello, Pedro Martínez, en el Girona y Cajasol y de la ciudad hispalense que no se ha movido ya desde que llegó en 2008. Plaza fue el siguiente que confió en sus servicios y algo tendrá el agua cuando la bendicen, porque ni más ni menos que Aito García Reneses ha querido contar con Ocampo a su lado. “Es un privilegio y un orgullo trabajar con Aito. Ahora nos queda materializar esa labor, continuar con el método que tenemos para ser competitivos”. Y si logran eso, el resto llegará. Necesariamente.

 

 

Fotos: Tolo Parra

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