Lele Molin: “Quiero transmitir la experiencia de lo que he vivido a los jugadores”

La vida ha corrido rapidísimo para Lele Molin. De un día para otro debió dejar de lado sus excelentes capacidades como entrenador asistente para hacerse cargo, ni más ni menos, que del Real Madrid.

Un club con demasiadas urgencias, con años de ausencia en la gran cita europea. Volver a estar entre los mejores era el reto principal que heredó este italiano aquel 5 de marzo, cuando debutó como entrenador jefe del Real Madrid tras la dimisión de Messina, con el que había compartido muchísimos años, siempre desde la posición del que ayuda pero decide menos.


“El trabajo hecho junto a Ettore Messina, Jota Cuspinera, Tirso Lorente, y todo el staff ha permitido que el club llegue a esta Final Four, pero ellos son los auténticos protagonistas”, cuenta a la AEEB.


Para Molin, ni es la primera vez que se sienta como entrenador principal al frente de un equipo (como bien cuentaFernando Martín hace unas semanas en Gigantes, en 1990 libró un increíble play out con el Benetton y lo condujo hacia la salvación), ni es la primera ocasión en la que su maleta se hace para acudir a una Final Four. “Por suerte he vivido varias Final Four, pero esta es la primera como entrenador jefe. Quiero transmitir la experiencia de lo que he vivido a los jugadores, sabiendo que ellos son los máximos protagonistas de todo esto”.


Lele, como cariñosamente se refiere ya todo el mundo a un hombre que pasó de ser secundario a copar los focos,sabe la dimensión de lo conseguido. “Estar en esta Final Four es un éxito para el club, para los aficionados y para todo el equipo. Se ha conseguido un objetivo y claro que liberamos mucha tensión cuando conseguimos el pase, pero creo que al estar en el Real Madrid tienes que convivir con esa tensión, teniendo como objetivo el estar en la élite con constancia”.


Nadie en el club habla de futuro, ha cesado cualquier rumor sobre posibles inquilinos del banquillo blanco. Ahora su dueño es Molin y el presente es una Final Four que puede ser la vuelta definitiva del Real Madrid al sitio que, por trayectoria, nunca debió abandonar. Al menos no hacerlo durante 15 años. Él no se para a pensar demasiado sobre lo que está viviendo. “Trabajo para conducir actualmente este equipo y sólo pienso en eso y en aprender y sumar una experiencia más para el futuro”.
A sus órdenes, 12 jugadores, un plantel en su mayoría joven e inexperto que, salvo excepciones, afronta una Final Four por primera vez en su carrera deportiva. Al respecto, Molin no cree que eso sea negativo. La presión bien entendida puede ser beneficiosa para el Real Madrid. “Cuando un jugador o un entrenador se pone la camiseta del Real Madrid seguro que tiene que soportar una presión, pero hay que entenderlo desde el punto de vista positivo. Nosotros tenemos que estar mentalizados en nuestro trabajo, en dar el cien por cien en cada momento y en tratar de lo que lo demás no influya en nosotros, en el equipo, cuando estamos en la pista o en los entrenamientos. Unos tendrán unos favoritos y otros, otros, pero nosotros tenemos que estar centrados sólo en jugar”.


Muchos, cuando se acerca la hora de la verdad, dicen que lo pasado no importa, que una Final Four son sólo dos partidos para ser campeón de Europa. Molin puntualiza. “Por supuesto que son unos días peculiares de vivir, en los que el equipo puede crear la atmósfera necesaria que permita al grupo tener unas buenas sensaciones y afrontar los encuentros con fortaleza, ilusión y con ganas de superarse a sí mismo. Pero también creo que cada equipo llega aquí con una mochila llena de trabajo realizado durante toda la temporada, sabiendo sus virtudes y sus límites y confiando en lo que sabe hacer. La temporada tiene un gran valor y construye todo eso”.


“El trabajo hecho junto a Ettore Messina, Jota Cuspinera, Tirso Lorente, y todo el staff ha permitido que el club llegue a esta Final Four, pero ellos son los auténticos protagonistas”, cuenta a la AEEB.


Para Molin, ni es la primera vez que se sienta como entrenador principal al frente de un equipo (como bien cuentaFernando Martín hace unas semanas en Gigantes, en 1990 libró un increíble play out con el Benetton y lo condujo hacia la salvación), ni es la primera ocasión en la que su maleta se hace para acudir a una Final Four. “Por suerte he vivido varias Final Four, pero esta es la primera como entrenador jefe. Quiero transmitir la experiencia de lo que he vivido a los jugadores, sabiendo que ellos son los máximos protagonistas de todo esto”.


Lele, como cariñosamente se refiere ya todo el mundo a un hombre que pasó de ser secundario a copar los focos,sabe la dimensión de lo conseguido. “Estar en esta Final Four es un éxito para el club, para los aficionados y para todo el equipo. Se ha conseguido un objetivo y claro que liberamos mucha tensión cuando conseguimos el pase, pero creo que al estar en el Real Madrid tienes que convivir con esa tensión, teniendo como objetivo el estar en la élite con constancia”.


Nadie en el club habla de futuro, ha cesado cualquier rumor sobre posibles inquilinos del banquillo blanco. Ahora su dueño es Molin y el presente es una Final Four que puede ser la vuelta definitiva del Real Madrid al sitio que, por trayectoria, nunca debió abandonar. Al menos no hacerlo durante 15 años. Él no se para a pensar demasiado sobre lo que está viviendo. “Trabajo para conducir actualmente este equipo y sólo pienso en eso y en aprender y sumar una experiencia más para el futuro”.


A sus órdenes, 12 jugadores, un plantel en su mayoría joven e inexperto que, salvo excepciones, afronta una Final Four por primera vez en su carrera deportiva. Al respecto, Molin no cree que eso sea negativo. La presión bien entendida puede ser beneficiosa para el Real Madrid. “Cuando un jugador o un entrenador se pone la camiseta del Real Madrid seguro que tiene que soportar una presión, pero hay que entenderlo desde el punto de vista positivo. Nosotros tenemos que estar mentalizados en nuestro trabajo, en dar el cien por cien en cada momento y en tratar de lo que lo demás no influya en nosotros, en el equipo, cuando estamos en la pista o en los entrenamientos. Unos tendrán unos favoritos y otros, otros, pero nosotros tenemos que estar centrados sólo en jugar”.


Muchos, cuando se acerca la hora de la verdad, dicen que lo pasado no importa, que una Final Four son sólo dos partidos para ser campeón de Europa. Molin puntualiza. “Por supuesto que son unos días peculiares de vivir, en los que el equipo puede crear la atmósfera necesaria que permita al grupo tener unas buenas sensaciones y afrontar los encuentros con fortaleza, ilusión y con ganas de superarse a sí mismo. Pero también creo que cada equipo llega aquí con una mochila llena de trabajo realizado durante toda la temporada, sabiendo sus virtudes y sus límites y confiando en lo que sabe hacer. La temporada tiene un gran valor y construye todo eso”.

Para Molin, ni es la primera vez que se sienta como entrenador principal al frente de un equipo (como bien cuentaFernando Martín hace unas semanas en Gigantes, en 1990 libró un increíble play out con el Benetton y lo condujo hacia la salvación), ni es la primera ocasión en la que su maleta se hace para acudir a una Final Four. “Por suerte he vivido varias Final Four, pero esta es la primera como entrenador jefe. Quiero transmitir la experiencia de lo que he vivido a los jugadores, sabiendo que ellos son los máximos protagonistas de todo esto”.

Lele, como cariñosamente se refiere ya todo el mundo a un hombre que pasó de ser secundario a copar los focos,sabe la dimensión de lo conseguido. “Estar en esta Final Four es un éxito para el club, para los aficionados y para todo el equipo. Se ha conseguido un objetivo y claro que liberamos mucha tensión cuando conseguimos el pase, pero creo que al estar en el Real Madrid tienes que convivir con esa tensión, teniendo como objetivo el estar en la élite con constancia”.


Nadie en el club habla de futuro, ha cesado cualquier rumor sobre posibles inquilinos del banquillo blanco. Ahora su dueño es Molin y el presente es una Final Four que puede ser la vuelta definitiva del Real Madrid al sitio que, por trayectoria, nunca debió abandonar. Al menos no hacerlo durante 15 años. Él no se para a pensar demasiado sobre lo que está viviendo. “Trabajo para conducir actualmente este equipo y sólo pienso en eso y en aprender y sumar una experiencia más para el futuro”.


A sus órdenes, 12 jugadores, un plantel en su mayoría joven e inexperto que, salvo excepciones, afronta una Final Four por primera vez en su carrera deportiva. Al respecto, Molin no cree que eso sea negativo. La presión bien entendida puede ser beneficiosa para el Real Madrid. “Cuando un jugador o un entrenador se pone la camiseta del Real Madrid seguro que tiene que soportar una presión, pero hay que entenderlo desde el punto de vista positivo. Nosotros tenemos que estar mentalizados en nuestro trabajo, en dar el cien por cien en cada momento y en tratar de lo que lo demás no influya en nosotros, en el equipo, cuando estamos en la pista o en los entrenamientos. Unos tendrán unos favoritos y otros, otros, pero nosotros tenemos que estar centrados sólo en jugar”.


Muchos, cuando se acerca la hora de la verdad, dicen que lo pasado no importa, que una Final Four son sólo dos partidos para ser campeón de Europa. Molin puntualiza. “Por supuesto que son unos días peculiares de vivir, en los que el equipo puede crear la atmósfera necesaria que permita al grupo tener unas buenas sensaciones y afrontar los encuentros con fortaleza, ilusión y con ganas de superarse a sí mismo. Pero también creo que cada equipo llega aquí con una mochila llena de trabajo realizado durante toda la temporada, sabiendo sus virtudes y sus límites y confiando en lo que sabe hacer. La temporada tiene un gran valor y construye todo eso”.


Lele, como cariñosamente se refiere ya todo el mundo a un hombre que pasó de ser secundario a copar los focos,sabe la dimensión de lo conseguido. “Estar en esta Final Four es un éxito para el club, para los aficionados y para todo el equipo. Se ha conseguido un objetivo y claro que liberamos mucha tensión cuando conseguimos el pase, pero creo que al estar en el Real Madrid tienes que convivir con esa tensión, teniendo como objetivo el estar en la élite con constancia”.


Nadie en el club habla de futuro, ha cesado cualquier rumor sobre posibles inquilinos del banquillo blanco. Ahora su dueño es Molin y el presente es una Final Four que puede ser la vuelta definitiva del Real Madrid al sitio que, por trayectoria, nunca debió abandonar. Al menos no hacerlo durante 15 años. Él no se para a pensar demasiado sobre lo que está viviendo. “Trabajo para conducir actualmente este equipo y sólo pienso en eso y en aprender y sumar una experiencia más para el futuro”.


A sus órdenes, 12 jugadores, un plantel en su mayoría joven e inexperto que, salvo excepciones, afronta una Final Four por primera vez en su carrera deportiva. Al respecto, Molin no cree que eso sea negativo. La presión bien entendida puede ser beneficiosa para el Real Madrid. “Cuando un jugador o un entrenador se pone la camiseta del Real Madrid seguro que tiene que soportar una presión, pero hay que entenderlo desde el punto de vista positivo. Nosotros tenemos que estar mentalizados en nuestro trabajo, en dar el cien por cien en cada momento y en tratar de lo que lo demás no influya en nosotros, en el equipo, cuando estamos en la pista o en los entrenamientos. Unos tendrán unos favoritos y otros, otros, pero nosotros tenemos que estar centrados sólo en jugar”.


Muchos, cuando se acerca la hora de la verdad, dicen que lo pasado no importa, que una Final Four son sólo dos partidos para ser campeón de Europa. Molin puntualiza. “Por supuesto que son unos días peculiares de vivir, en los que el equipo puede crear la atmósfera necesaria que permita al grupo tener unas buenas sensaciones y afrontar los encuentros con fortaleza, ilusión y con ganas de superarse a sí mismo. Pero también creo que cada equipo llega aquí con una mochila llena de trabajo realizado durante toda la temporada, sabiendo sus virtudes y sus límites y confiando en lo que sabe hacer. La temporada tiene un gran valor y construye todo eso”.


Nadie en el club habla de futuro, ha cesado cualquier rumor sobre posibles inquilinos del banquillo blanco. Ahora su dueño es Molin y el presente es una Final Four que puede ser la vuelta definitiva del Real Madrid al sitio que, por trayectoria, nunca debió abandonar. Al menos no hacerlo durante 15 años. Él no se para a pensar demasiado sobre lo que está viviendo. “Trabajo para conducir actualmente este equipo y sólo pienso en eso y en aprender y sumar una experiencia más para el futuro”.
A sus órdenes, 12 jugadores, un plantel en su mayoría joven e inexperto que, salvo excepciones, afronta una Final Four por primera vez en su carrera deportiva. Al respecto, Molin no cree que eso sea negativo. La presión bien entendida puede ser beneficiosa para el Real Madrid. “Cuando un jugador o un entrenador se pone la camiseta del Real Madrid seguro que tiene que soportar una presión, pero hay que entenderlo desde el punto de vista positivo. Nosotros tenemos que estar mentalizados en nuestro trabajo, en dar el cien por cien en cada momento y en tratar de lo que lo demás no influya en nosotros, en el equipo, cuando estamos en la pista o en los entrenamientos. Unos tendrán unos favoritos y otros, otros, pero nosotros tenemos que estar centrados sólo en jugar”.


Muchos, cuando se acerca la hora de la verdad, dicen que lo pasado no importa, que una Final Four son sólo dos partidos para ser campeón de Europa. Molin puntualiza. “Por supuesto que son unos días peculiares de vivir, en los que el equipo puede crear la atmósfera necesaria que permita al grupo tener unas buenas sensaciones y afrontar los encuentros con fortaleza, ilusión y con ganas de superarse a sí mismo. Pero también creo que cada equipo llega aquí con una mochila llena de trabajo realizado durante toda la temporada, sabiendo sus virtudes y sus límites y confiando en lo que sabe hacer. La temporada tiene un gran valor y construye todo eso”.


A sus órdenes, 12 jugadores, un plantel en su mayoría joven e inexperto que, salvo excepciones, afronta una Final Four por primera vez en su carrera deportiva. Al respecto, Molin no cree que eso sea negativo. La presión bien entendida puede ser beneficiosa para el Real Madrid. “Cuando un jugador o un entrenador se pone la camiseta del Real Madrid seguro que tiene que soportar una presión, pero hay que entenderlo desde el punto de vista positivo. Nosotros tenemos que estar mentalizados en nuestro trabajo, en dar el cien por cien en cada momento y en tratar de lo que lo demás no influya en nosotros, en el equipo, cuando estamos en la pista o en los entrenamientos. Unos tendrán unos favoritos y otros, otros, pero nosotros tenemos que estar centrados sólo en jugar”.


Muchos, cuando se acerca la hora de la verdad, dicen que lo pasado no importa, que una Final Four son sólo dos partidos para ser campeón de Europa. Molin puntualiza. “Por supuesto que son unos días peculiares de vivir, en los que el equipo puede crear la atmósfera necesaria que permita al grupo tener unas buenas sensaciones y afrontar los encuentros con fortaleza, ilusión y con ganas de superarse a sí mismo. Pero también creo que cada equipo llega aquí con una mochila llena de trabajo realizado durante toda la temporada, sabiendo sus virtudes y sus límites y confiando en lo que sabe hacer. La temporada tiene un gran valor y construye todo eso”.


Muchos, cuando se acerca la hora de la verdad, dicen que lo pasado no importa, que una Final Four son sólo dos partidos para ser campeón de Europa. Molin puntualiza. “Por supuesto que son unos días peculiares de vivir, en los que el equipo puede crear la atmósfera necesaria que permita al grupo tener unas buenas sensaciones y afrontar los encuentros con fortaleza, ilusión y con ganas de superarse a sí mismo. Pero también creo que cada equipo llega aquí con una mochila llena de trabajo realizado durante toda la temporada, sabiendo sus virtudes y sus límites y confiando en lo que sabe hacer. La temporada tiene un gran valor y construye todo eso”.

Un mes después, Molin acababa con 15 años de no Historia de un plumazo. Durante tres lustros el Madrid no apareció por una Final Four. El que fuera antaño su terreno, su coto, la elite europea, se había convertido en algo absolutamente desconocido para el Madrid. El 7 de abril se acababa con aquel lastre. Y se hacía con Molin desde el banquillo. Tras una eliminatoria eléctrica, de lo mejor que se recuerda en años, el Madrid tumbaba en el quinto partido a un increíble y valeroso Power Electronics. Molin fue humilde en la victoria, agradeciendo labores pasadas, acordándose de Messina. Lo sigue haciendo. Piensa que mucha parte del mérito corresponde a otros.

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