Anna Caula: “Siempre hay que tener un sueño, aunque sea irrealizable”

Es un caso no muy frecuente en la Liga Femenina. Quizá único. A pesar de ser profesional, Anna Caula no solo vive de entrenar al Girona FC, el club donde ha estado toda su trayectoria profesional y el que le dio la oportunidad de entrenar en la elite. Cuando se produce esta entrevista, ella está en el despacho de su empresa, dedicada a las actividades de ocio en centros escolares. Un pluriempleo del que a Anna ni se le ocurre quejarse, más con la que está cayendo en estos tiempos. Su historia con los banquillos se remonta a “cuando tenía 17 años, entrenaba a un equipo de Minibasket y me gustaba mucho”, aunque ella admite que “como jugar no hay nada”. Lo que ocurre es que hay un momento en el que, con el paso de los años, la edad, las lesiones, toca reciclarse y reconducir el camino. Anna lo hizo y se volcó completamente en ser entrenadora.  No siempre de chicas “con 23 años tuve una época valiente en la que dirigí a un senior masculino”, cuando decidió colgar del todo las botas “a los 26 años y con mi tope en la Copa de Cataluña”, empezó una carrera que “jamás imagine me iba a llevar a donde estoy”. Y donde se encuentra es en Liga Femenina, escenario al que accedió en 2009, cuando conseguía el ascenso a la máxima categoría en su primer año como entrenadora jefe de un equipo profesional. Las tres temporadas que con esta lleva en la primera división del baloncesto femenino confirman que aquel debut glorioso no fue flor de un día, fruto de un buen grupo de jugadoras o casualidad. Las casualidades no duran tanto tiempo.

Lo que hay detrás de Anna es trabajo y tenacidad, en un mundo tan complicado como es el de la entrenadora en baloncesto femenino, con menos impacto que el masculino. Ella, junto con la preparadora del Ros Casares, es la única mujer en un universo, el de la Liga Femenina, plagado de hombres en sus banquillos. Curiosa realidad. “Creo que puede haber un fallo de concepto” nos cuenta Anna. “Cuando terminé el Curso Superior, me animaron y me dijeron aquello de que debía ayudar a que el baloncesto femenino creciese. Yo me enfadaba, pensaba que no era justo encasillarnos en ese ámbito. El baloncesto es baloncesto, no deberíamos vincularlo con un sexo”. Para ella, es cuestión de tiempo, de una transición que ya se ha iniciado, el hecho de que las chicas acaben ocupando más espacio en el baloncesto, en todo el baloncesto. “Es complicado, pero es algo que finalmente se tiene que dar. Estoy convencida de ello”.

Tras cuatro temporadas realizando una excelente labor en Girona “hemos conseguido vincular la imagen de una ciudad al deporte femenino y que las protagonistas sean las mujeres”, Anna es inconformista. “Siempre hay que aspirar a más, tener ese sueño que deseas, aunque quizá no sea viable, porque es lo que te mueve a seguir realizando tu trabajo”. Con su club clasificado en 5ª posición en sus dos años en Liga Femenina, Anna ansía con competir en Europa “tuvimos que renunciar” y para ello necesitan un buen soporte económico detrás. “Sobrevivimos, que no es poco. Aunque creo que incluso antes de la crisis esto era así. No tan exagerado, porque hace años tocabas puertas y te abrían tres y ahora solo una, pero ocurría”.

El sistema de competición de la Liga también le ha impedido a Caula, hasta el momento “jugar la Copa de la Reina. Deseo que vuelva el formato de ocho equipos”. Tremendamente ocupada todo el día, esta catalana simpática admite que le encantan sus dos profesiones, las cuales además de alegrías con el Girona, le ha dado, la de entrenadora, dos medallas en los dos últimos veranos como asistente en la selección femenina U20. “Tienes que amar esta profesión porque te deja muy poco tiempo para ti”. Series de televisión, pequeños viajes “hoy me he escapado a Barcelona”, charlas con los amigos y familia ocupan su limitado tiempo de desconexión. “Pero no hay problema. Prefiero realizar este tipo de esfuerzos laborales que no tener nada que hacer. Eso sí que sería preocupante. Estoy encantada”. Y nosotros de haber hablado contigo.