La mujer entrenadora: Anna Junyer
Excelente jugadora, exitosa trayectoria con las zapatillas puestas, desde primeros de los ochenta, en los míticos equipos como el Picadero, primero, para luego más tarde formar parte del histórico Dorna Godella. Esa es la Ana Junyer jugadora (Figueras, 1963), que dejó paso a una entrenadora que ahora ocupa su jornada laboral entera a formar parte del Gabinete Técnico de la Federación Española de Baloncesto.
Tras finalizar su época como jugadora, Junyer pasó a entrenar al Barcelona y Celta de Vigo, una dinámica de clubes que abandonó. Ahora su vida se sigue centrando en el baloncesto femenino, siempre ha sido así, pero de otra manera, más alejada del día a día de la competición que saboreó, tanto en la cancha como en los banquillos.
“Me dedico a la tutorización y seguimiento de las jugadoras españolas en las categorías de formación, que puedan estar en la órbita de la selección. Mi trabajo es ese, seguir las evoluciones de lo que pueda suceder en la temporada, acudir a las concentraciones y llevar a cabo trabajos más individuales, más específicos. Tampoco te puedo concretar más, estos son los trazos generales de nuestra labor, porque cada jugadora es un mundo”.
Con todos los veranos completos, Ana va de un lado a otro en ese periodo estival, intentando llegar a todos los sitios. “Estoy presente de una forma u otra, en todas las selecciones de formación femeninas, ya sea en las concentraciones previas a los campeonatos, en los finales de los mismos. Pero no voy exclusivamente con una selección, sino que me reparto”.
Una privilegiada
Así se siente ella, “muy realizada por llevar a cabo lo que quiero. Al final, sea competición diaria, que eché más en falta al principio de dejarlo, o esto, todo es baloncesto. Pero te tiene que gustar mucho, sino no lo llevas a cabo. Lo bueno de lo que yo hago es que no es algo lineal y plano toda la semana, sino que vamos modificando tareas durante todo el año”.
Ana admite la realidad de la poca presencia de la mujer entrenadora en la elite y sin embargo, se niega a llorar y lamentarse. “Me gustaría que fuese distinto claro, aunque es muy difícil hablar genéricamente. Las mujeres entrenadoras a alto nivel lo son porque tienen una vida laboral y familiar compartida, digamos. Pero no quiero caer en la queja. En formación hay bastantes mujeres en los banquillos, pero dar ese paso intermedio o superior que suponga escalar en lo profesional es muy complicado. Si bien es cierto que creo que esta realidad también se puede extender al los chicos dentro del baloncesto femenino. No creo que sea algo exclusivamente nuestro, quiero decir con esto que la rueda del baloncesto femenino de elite es muy pequeña, y quizá lo sea más en el futuro, y entrar en ella es complicado, seas hombre o mujer”.
Cualquier futuro es posible
La experiencia ha enseñado a Ana Junyer a amarrar lo que se tiene en el momento, sin descartar ni una idea futura, pero sin abrazarla tampoco. “Ahora estoy muy bien, me ocupo de esto, pero mañana no sé. No descarto nada pero tampoco tengo un plan exacto. He visto tantas cosas en el baloncesto…”. La realidad es la que es, con un contexto de crisis que no esconde “el gran trabajo que realizamos desde la FEB y los clubes. Hay mucho esfuerzo detrás de los éxitos. Siempre se puede mejorar, está claro, pero el baloncesto femenino, no digamos que trabaja en precario pero sí humildemente y las bases del éxito están ahí y continuarán en el futuro. No me cabe duda”.
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